INTRODUCCIÓN

Eddie Van Halen condicionó la forma en la que podemos hablar de Elvis Costello: “Los críticos de rock me odian Y aman a Elvis Costello porque todos se parecen a él”. Así que toca empezar defendiéndose para poder pasar a continuación a lo que verdaderamente importa: no, no soy rubio ni llevo el pelo largo. De todas formas, creo que mis diferencias físicas con Elvis Costello son las suficientes como para negar ese posible parecido, así que, si le dedico unas líneas, entiendo que no tiene que ser necesariamente por esa asociación del vocalista de Van Halen. Y, por si hiciese falta señalarlo, hay una parte de su obra que sí me gusta y otras canciones no me llegan. ¿Estoy, pues, libre de sospecha? ¿Puedo ponerme con ello? Vamos allá.

Todo empezó cuando, a raíz del éxito –relativo, que en esto del rock las victorias se cuentan en cantidades pírricas– de El gran circo del rock. Anécdotas, curiosidades y falsos mitos (2005, T&B), la editorial que lo publicó me pidió en su momento ideas para otro libro que le diese continuidad. Algunas me las callo, porque todavía rondan por ahí pendientes. Otra fue la que se publicó a continuación, Retratos Pop (2008, T&B), una serie de entrevistas hechas previamente y recopiladas para la ocasión que resultó ser la única solución de urgencia que se me ocurrió dada la falta material de tiempo entonces para acometer una nueva empresa mayor. Hubo una última idea, un libro sobre Elvis Costello, que pudo haberse llevado a cabo en su momento, pero que hubo de quedar también en el limbo por la misma razón ya expuesta.

Quién iba a pensar que alguien reviviría una de aquellas ideas ocho años después. Sucedió durante la presentación del libro colectivo Political World. Rebeldía desde las guitarras (66 rpm, 2015) en la sala Rocksound de Barcelona. Durante la presentación, Manuel L. Poy nos hizo escoger en público a tres de los que habíamos colaborado en el libro un capítulo escrito por otro y comentar nuestra selección. Si no recuerdo mal, el que escogí fue el centrado en “Strange Fruit” de Billie Holiday, redactado por Toni Castarnado.

Continuando con las inesperadas preguntas que tenían como intención facilitar la charla, Poy nos pidió a continuación que eligiéramos uno de los capítulos escritos por nosotros mismos, explicando las razones. Pudo ser cualquier otro de los 18 que había contribuido al libro, pero el primero que se me pasó por la cabeza instintivamente en esa décima de segundo fue “Shipbuilding”, canción de Elvis Costello en la interpretación de Robert Wyatt. Como comenté en aquel instante, pocas letras me resultan tan conmovedoras como esa en la que se habla de una población costera que va a vivir en sus astilleros los beneficios de la guerra de las Malvinas y que, al mismo tiempo, tiene todas las papeletas para que parte de sus jóvenes acaben enrolados en esos mismos barcos siendo carne de cañón.

Unos días antes había enviado un enlace con un documental de la BBC sobre Elvis Costello a un foro en el que participan algunos amigos y compañeros. Fueron dos casualidades que llevaron pocos minutos después, en la misma presentación, al editor de 66rpm, Alfred Crespo, a preguntarme si me apetecería escribir un libro sobre Mr. Costello. ¡Bingo! La idea de años atrás llegaba ahora desde el otro lado de la barricada. No hubo demasiadas dudas, aunque sí necesité valorar durante unos días el tiempo que estimaba necesario para poder acometer esta empresa con cierto rigor. Sabía que el goce estaba asegurado de antemano.

¿Y por qué? Digamos que nunca me atrajo la idea de escribir una biografía al uso centrada en ninguna figura internacional de la música. Sin embargo, Costello reunía todos los elementos para una posible excepción: una vida llena de contradicciones, que lo ha llevado de ser un joven airado disgustado consigo mismo al caballero de sombrero y fular respetado por casi todos y más seguro de sí; el inglés que acaba siendo acogido en los EE.UU. como un símbolo propio; el músico que toca muchos palos e intenta asumir riesgos colaborando con otros lejos del lugar en el que aparentemente se sentiría más cómodo; el tipo que intenta sabotear conscientemente su éxito cuando va a acceder a las grandes ligas pero que acaba siendo un nombre de referencia en medio mundo sin haber tenido nunca un éxito mayúsculo; el músico con antecedentes familiares en el mismo negociado que busca ganarse el respeto y la admiración de sus padres, al tiempo que no duda en recomendar a los músicos que contribuyeron a su formación musical una y otra vez; alguien que reta toda categorización…

Sí, ese viaje en su compañía durante meses iba a ser de lo más agradecido. Lo sabía de antemano y los hechos no han servido más que para corroborar ese presentimiento. El mayor descubrimiento ha sido que, aun creyendo que conocía bastante bien su vida y su obra, lo cierto es que debo confesar ahora que no era así, ni mucho menos. Y casi me siento autorizado para decir que ni sus más fieles seguidores lo conocen como creen. ¿Les suena un álbum suyo titulado Deep Dead Blue?

Aunque así fuese, los fríos números se empeñarán en llevarles la contraria. Hasta donde he podido contar, Elvis Costello ha compuesto unas 470 canciones, a las que hay que añadir otras 46 al menos de las que se tiene constancia que permanecen inéditas y otras 20 que ha hecho en directo pero nunca ha grabado. En concierto ha interpretado a lo largo de los años 1082 canciones. Además, ha hecho 221 versiones de otros artistas y ha interpretado otras 328 versiones en directo que nunca ha editado. Súmenle a eso 65 temas compuestos para otros, 42 duetos con otros cantantes o 28 canciones que han aparecido en sus DVDs pero nunca en sus discos. Parece casi imposible que nadie haya abarcado tanto.

Si pensamos en con quién ha colaborado, casi resulta más fácil hacerlo en sentido inverso: no ha compartido escenario o composición con Leonard Cohen, John Cale, David Bowie, Randy Newman, o Paul Simon, pero sí con Paul McCartney, Van Morrison, Bob Dylan, Neil Young, Bruce Springsteen, Lou Reed, Dusty Springfield, Roy Orbison, Joni Mitchell, The Rolling Stones, la banda de Elvis Presley, Johnny Cash, Burt Bacharach, Jeff Buckley, Jerry Garcia, Paul Weller, Allen Toussaint, Tom Waits, Roger McGuinn, Solomon Burke, Chrissie Hynde, Tony Bennett, Beastie Boys, George Jones, Chet Baker, The Chieftains, The Roots, Bill Frisell, Tricky, Emmylou Harris, The Specials, Lucinda Williams, Squeeze, Brian Eno, The Pogues, Ringo Starr…

Del mismo modo, Costello ha vivido los cambios de la industria musical, de las alianzas entre empresas, del paso de las independientes a las multinacionales, grabando para los sellos Stiff, Radar, F-Beat, 2 Tone, Demon, Edsel, Columbia, Warner Bros., Rhino, Rykodisc, Polygram, Deutsche Gramophon, Lost Highway, Def Jam, Verve o Mercury, siendo uno de los muy contados ejemplos de artista que ha trabajado con las tres grandes multinacionales actuales del sector: Sony, Universal y Warner.

Por lo tanto, tenía claro desde el principio que el reto no podía ser contarlo todo y hablar de absolutamente todas sus canciones. Tampoco quería hacer una biografía narrada en orden cronológico, que eso ya se había hecho antes y ese formato convencional me resultaba menos interesante a priori, más limitado. Pero, ¿cómo hacer entonces para encontrar en ello un aliciente a mayores que convirtiese las largas horas en su compañía en algo más agradecido?

El concepto se me apareció al pinchar uno de sus vinilos. El trabajo se podía presentar en forma de una caja que incluyese varios vinilos, un cofre de esos lujosos que las compañías discográficas editan a menudo, en este caso con la esencia de su producción y las pistas que en ella había dejado de su vida. De esta forma, me planteé una caja con diez vinilos. Esa caja llevaría una cara A y una cara B. En la primera irían cinco vinilos-temas con sus canciones más celebradas, los discos más representativos, los hechos más significativos de su vida, la gente que le ha ayudado a realizar su sueño musical y aquellos otros artistas que le han influido e impulsado a dedicarse a esto. En la cara B, su reverso, irían otros cinco vinilos-temas con canciones importantes que no tuvieron el mismo éxito popular, los discos grabados con otra gente, los momentos de su trayectoria que pudieron dinamitar su carrera, otros músicos con los que ha colaborado y una selección de las versiones que ha realizado.

Cada uno de esos vinilos llevaría a su vez diez canciones-capítulos[1], encabezadas por el título de una de sus canciones o de sus discos, y con un contenido que se pudiera leer en dos o tres minutos, conciso, breve, sustancioso, directo. Justo como deberían ser las canciones de un buen disco de rock que engancha inmediatamente y nunca nos abandona o, al menos, como las de los primeros discos de Costello, aquellos que nos contagiaron nuestra pasión en un primer momento por el bardo inglés de las gafas de pasta. Gafas que por ahora –y siento tener que contradecir al señor Van Halen–, no llevo.

Xavier Valiño

[1]               La lista con las canciones de este libro se puede escuchar en https://open.spotify.com/user/wampush/playlist/05gcYcLCTrBBb8ryS77z2t

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